Un envoltorio de flores silvestres; a veces la más pura naturaleza tiene aromas futuristas y a veces hay que volver al inicio para avanzar, para prosperar. Utilizar un papel sembrable de semillas logra que, tras romperse en la emoción de abrir un regalo, no solo no haya terminado su ‘vida útil’, sino que, por el contrario, acabe de comenzar. Todo esto, parece algo nuevo, pero es el resultado de repensar la más antigua forma de envolver: con hojas y tallos.
El planeta es demasiado redondo para un consumo tan lineal. El ‘usar y tirar’ está obsoleto, es ya una polvorienta dinámica del pasado. El planeta es demasiado redondo y todos estamos aquí, sobre él, tratando de convivir con un sinfín de especies, de juegos meteorológicos y de contratiempos; pero la tierra es nuestro gran proveedor y, ¡aviso!, tiene el monopolio; el monopolio de la luz, del aire, del agua… de la vida. Y por eso a nosotros nos toca hacer muy bien nuestro papel: mirar mucho al suelo y cuidar nuestra pequeña parcela de tierra… de Tierra.
En Alma Carraovejas llevamos desde el principio en este camino, trabajando por hacer más sostenible nuestra actividad, minimizando nuestra huella en el entorno y cuidando la biodiversidad que conforma nuestro paisaje. En este contexto se enmarca nuestra apuesta por la Economía Circular, un nuevo modelo de consumo y uso de recursos. ‘Usar y tirar reaprovechar’, entendiéndolo, no como una gestión eficiente de los residuos, sino como la oportunidad generar valor a partir de los productos que ya cumplieron con el (primer) fin para el que están diseñados.
Este nuevo paradigma de consumo tiene vocación de llegar a cada rincón de la actividad, y su alcance depende, en gran medida, de nuestro esfuerzo. Nosotros hemos querido bajar esta filosofía a un detalle tan pequeño como representativo: utilizamos papel sembrable como soporte y envoltorio de algunas de nuestras comunicaciones más especiales. Este pequeño gesto alimenta la Economía Circular y la acerca a todos sus receptores, haciéndolos partícipes de la nueva vida del envoltorio. Cubrirlo con agua, regarlo y ponerlo al sol; con estos tres sencillos pasos se convierte una bola de papel en una maceta de flores silvestres.
Este modesto acto, se suma a otras actividades de gran calado, como nuestra colaboración en el desarrollo de proyectos de I+D+i como SPAREC, que busca el aprovechamiento de subproductos generados en la bodega y el viñedo para la extracción de compuestos de valor añadido con el objetivo de fortalecer el sistema inmunológico de las plantas y reducir el empleo de fitosanitarios.
Ahora solo queda seguir trabajando muy duro y poner nuestra ‘semilla’ para construir un mundo más sostenible.